Queridos amigos, amigas, señores
y señoras del jurado… me remito a ustedes después de este largo receso para
exponeros una de mis estúpidas teorías cervecísticas o pajas mentales como
algunos certeramente las califican.
He de reconocer, en primer lugar, que desde mi estancia en Dublín y a raíz de algunos comentarios, llevaba mucho tiempo rumiando un texto contra la todopoderosa Ratebeer (los que me conocen saben que es cierto), pero por las circunstancias profesionales personales, me curo en salud y lo voy a omitir. Llámenme cobarde.
He de reconocer, en primer lugar, que desde mi estancia en Dublín y a raíz de algunos comentarios, llevaba mucho tiempo rumiando un texto contra la todopoderosa Ratebeer (los que me conocen saben que es cierto), pero por las circunstancias profesionales personales, me curo en salud y lo voy a omitir. Llámenme cobarde.
No obstante, espero que lo que sigue sea igual de corrosivo y visceral que el texto omitido, es un canto al conservadurismo cervecil. Así es, queridos amigos, lo confieso, soy un auténtico reaccionario de los fermentados de cereales y lo digo abiertamente desde la posición que el blog me otorga.
Bueno, vale, quizá el termino
reaccionario sea un poco exagerado, no quiero que se me tome por un Joseph de
Maistre de tres al cuarto, lo que quiero decir es que últimamente me da la
sensación de que la gente está exagerando un poco con el tema de las novedades
cerveciles, parece que lo nuevo, por el mero hecho de serlo, ya es lo bueno. No
me malinterpretéis, no me estoy refiriendo entre líneas a nadie ni quiero que
lo parezca, ni tampoco soy un talibán de esos que cree que se ha inventado la
cerveza, o que fue el primero en probar una IPA, ni mucho menos, no tendría
sentido, sobretodo porque no es verdad,
llevo muy poco tiempo en esto y sería como tirar piedras contra mi propio
tejado, aparte de que soy el primero que se hace caca cuando ve la ya famosa
Cigar City con pepino o la última locura de Mikkeller. Lo que quiero decir es
que nunca hay que olvidar quienes somos, de donde venimos y a donde vamos, como
dijo Julián Hernandez… esto es, hablamos de cerveza porque nos gusta beber
cerveza y le podemos dar mil vueltas pero sigue siendo eso, cerveza y de lo que
se trata es de que esté rica, que sea una buena birra, que esté bien hecha y
que apetezca, dependiendo de la ocasión, por supuesto.
Me parece cojonudo que haya gente
que solo quiera probar cosas nuevas, pero flipo cuando oigo a alguien que me
dice, “si esa es una buena birra, pero ya la he probado”, como si solo se
pudiese probar una cerveza una vez! lo que se me pasa por la cabeza en ese momento es: entonces, a ti ¿te gusta beber cerveza o probar cosas? A mi hay cervezas que me gustan porque me
gustan, no me canso de ellas y precisamente eso es lo que me gusta de ellas, son
buenas, está bien hechas y por eso puedo tomarme varias sin cansarme y me traen
recuerdos de momentos especiales o lo que sea. Recordemos que la interpretación
moral de la teoría del eterno retorno nietzscheano es esa, ama tanto algo que
no te importe que se repita para siempre. Tampoco hay que olvidar el prestigio
y sensación de poder que da a algunos el decir que ha probado esta o aquella
birra que nadie mas ha visto nunca, pero que se supone que es brutal, por
ponernos psicoanalíticos, pero no vamos a seguir por esa senda que sabemos que
pica.
Evidentemente, como he dicho
antes, me gusta probar cosas nuevas, creo que aparte de leyendo es como mas se
aprende, pero no podemos olvidar las cervezas más clásicas porque que sean
clásicas no significa que sean malas, de hecho, al revés, si hay cerveceras que
llevan casi cientos de años haciendo una cerveza, por algo será… además nos
ayuda a entender lo que son las cervezas nuevas, de donde vienen, como son y
porqué.
Sucede algo parecido con la
música, no podemos entender a Baroness si no apreciamos a Sleep y no entendemos
a Sleep si no apreciamos a Saint Vitus y a estos si no hacemos lo propio con
Black Sabbath, en el caso del metal o a Pulley, Descendents, Bad Religion, The
Clash y Mc5 si hablamos de punk… por supuesto que te puede gustar Kylesa y que
no soportes a Pink Floyd, pero si tratamos de entenderles, de apreciar
realmente lo que están haciendo, no podemos obviar el trabajo de Roger Waters y
los suyos, aunque a veces sea un poco coñazo…
Por otro lado, es cierto, que hay
que hilar mas fino para apreciar una kellerbier, una blonde belga o una bitter
que para apreciar una Imperial IPA, una Barley Wine o una stout, sencillamente
porque es un sabor mas sutil y por ello mas difícil de apreciar. Es evidente
que hay cervezas de alta graduación de enorme calidad, pero también que es más
difícil hacer una pale ale de 3% de ABV que sepa a algo que hacer una bomba de
lúpulo y por eso mismo lo aprecio igual o mas.
A riesgo de parecer un neo-nazi
cervecil, voy a exponer mi explicación: creo que la gente que obvia a los
clásicos son nuevos en esto, y es normal, se han quedado flipando con las cosas nuevas y
pasan de probar una Ayinger o una Fullers, por utilizar un ejemplo al uso. Como
he dicho antes, con esto no quiero señalar a nadie desde mi torre de marfil de
sabiduría cervecil imaginaria, nada mas lejos de la realidad, no quiero sentar
cátedra, faltaría más, sólo quiero romper una lanza a favor de las Rochefort y cia e instar a aquellos que pasan de ellas que no lo hagan, porque se
están perdiendo un crisol de olores y experiencias, una sinfonía de sabores,
Stewie Griffin dixit, más sutiles, cierto, pero no por ello peores y eso haría
que la salud del panorama cervecil patrio se mantuviese recta, fuerte y
autónoma y no se dejase pervertir por el espíritu de las modas pasajeras.
El próximo día, uso y abuso del concepto "contaminación", o sobre la necesidad de hablar de las cosas con conocimiento de causa.
El próximo día, uso y abuso del concepto "contaminación", o sobre la necesidad de hablar de las cosas con conocimiento de causa.