Los que leéis habitualmente este blog sabéis que tengo especial predilección por la cerveza belga, así que creo que ha llegado el momento de justificar esa debilidad o predilección. Excusatio non petita accusatio manifesta, dirán algunos, espero que no sea así.
Hubo un tiempo, no hace mucho, en el que solía decir que mis cervezas favoritas eran las de USA, pero no sólo por los productos que de allí me encontraba y porque soy un auténtico hop-head, sino porque también me gusta dejar un poco ojiplática a la gente y cuando es alguien que no está muy metido en el mundillo, al hablar de USA no se imagina Russian River, Three Floyds, Hoppin frog o the Lost Abbey, sino Budweiser. Pero el caso es que he dejado de impresionarme por lo yankee, cuando me he ido familiarizando un poco con ello y sobre todo he dejado de lado esa manía de tratar de dejar a cuadros a la gente, que queda mu feo, como dicen las folklóricas.
Así que he vuelto a casa, a los brazos de mamá Bélgica.
Lo que tiene la cerveza belga que hace que me guste más que las tradicionales alemanas, checas o británicas, que son los otros grandes productores tradicionales, es la enorme variedad que existe. Es cierto que en Inglaterra hay muchas cosas diferentes que me gustan mucho, creo que el producto yankee tiene especial influencia británica, pues no olvidemos que las grandes estrellas hoy en día son las IPAS e Imperial Stouts, cierto, pero también tienen Old Ales, Barley Wines o Bitters, por poner algunos ejemplos y todas me encantan.
Los alemanes tienen mas cositas de las que nos parece, creo que les menospreciamos un poco, cervecisticamente hablando, ya que normalmente pensamos en pils normalitas, o como mucho Hefe weizens (se está poniendo difícil esto de los plurales…) pero no debemos olvidar las Kellers, y sobre todo Eisbocks o Doppelbocks. Aún así, lo importante es que, como muchos sabéis, la ley de Pureza de 1516 impedía utilizar otros ingredientes que agua, levadura, grano y lúpulo, por lo que la variedad de cervezas fue rápidamente truncada. Eso sí, no se puede negar que este principio, sumado a los clichés de los alemanas, han hecho que las cervezas alemanas sean siempre muy equilibradas y homogéneas.
De las checas, poco puedo decir, al margen de lo que he conseguido comprar en el supermercado y lo que una vez me trajo mi amigo Luis (que por cierto, eran buenísimas y me arrepiento de no haber escrito las notas de cata para poder subirlas luego al presente blog) así que mientras me llega el turno para hacer ese viajecito a Praga, me reservo mi opinión.
Es cierto que mi relación personal con Bélgica es mas habitual y fluida que con los otros países, pero creo que aunque no fuese así, las cervezas belgas seguirían siendo mis favoritas.
Si queremos algo refrescante, tenemos las Oud Bruin o las Rojas de Flandes, primas hermanas, extremadamente interesantes y que, afortunadamente, poco a poco son más reconocidas, ya que desde mi punto de vista, han pasado desapercibidas por mucho tiempo. Puede que sean reconocidas precisamente por influencia yankee donde lo ácido y agrio suele triunfar, como me decía un hostelero de Flandes, pero el caso es que cada vez se ven mas y eso le agrada a uno. Y no hay que olvidar que ¡son cervezas envejecidas en barriles de roble!
Si queremos refrescarnos con otra cosa, en el sur del mismo país, tenemos las Saison, otro estilo al que le ocurre tres cuartas partes de lo mismo que el anterior, goza de buen estado de forma y es interesantísimo.
Evidentemente tenemos el maravilloso submundo de las cervezas de abadía y trapistas, donde las dobles y las cuádruples también son muy bien consideradas, por su complejidad, pero no hay que olvidar las triples, que parece que porque a los amigos americanos les gusten menos sean peores y no es así en absoluto, donde esté una Westmalle Tripel o una Tripel karmeliet, que se quiten muchas dobles…
También un género entero, el de las espontáneas o lámbicas, hasta hace poco era exclusivamente belga, con algunas maravillas como las geuzes de Cantillon o Tilquin y las krieks con cerezas añadidas de 3 Fontainen. Es cierto que a mucha gente le cuesta un poco este subgénero, pero nadie puede dudar de sus peculiaridades y difícil elaboración, para la cual, no sólo no se utiliza levadura tradicional, sino que ¡se seca el lúpulo para que no aporte sabor! ¡Cuán lejos está este concepto de la hiperlupulación yankee!
A todo esto, hay que sumar las Wittbier, muy refrescantes también, con especias como semillas de cilantro y cáscara de naranja mas otro montón de cositas raras que me olvido, desde las golden ales de las Ardenas, rollo la Chouffe hasta cervezas con levadura de Champagne, como las Malheur. Lo que hace que en conjunto, la tradición de las cervezas belgas sea, desde mi punto de vista, muy variada, muy diferentes entre sí y muy bien hechas que han hecho que se mantengan esas cervezas tradicionales pero también que sigan surgiendo nuevas cerveceras constantemente como Alvinne, de Dolle, Struise o de la Senne, que siguen innovando y haciendo cervezas realmente buenas. Todas ellas con el denominador común de la levadura, que me parece una constante en las cervezas de este pais, siempre muy presente, dando una nota característica, un poco afrutada y dulce, pero sin pasarse.
Todo esto es lo que me hace un gran seguidor de las cervezas belgas y es por ello por lo que creo que no deberíamos olvidar sus cervezas, hecho que creo que hacemos muy habitualmente, dejándonos impresionar por el glamour de los precios caros y de lo que viene de lejos, sin acordarnos que muchas veces tenemos cosas más cerca y más baratas que son igual de buenas o incluso mejores y muchas veces más baratas. Con esto no quiero decir que a la mierda las IPAs, ni que vaya a dejarme de Stones cuando se me pongan a tiro, ni mucho menos. Sólo quiero decir, parafraseando a Barón Rojo, mi rollo es el belga!
Las micros norteamericanas las comencé a descubrir hará cosa de tres años, pero mi idilio con las cervezas europeas viene de mucho más atrás, especialmente las belgas y las alemanas. Desgraciadamente hay mucha gente que las menosprecia, en especial las alemanas, y en realidad es por no conocerlas bien. Alemania tiene mucha más variedad de lo que muchos suponen, aunque es cierto que la Ley de la Pureza ha limitado bastante la evolución y diversidad de las cervezas teutonas durante siglos. En Bélgica, esta diversidad es mayor de modo que sólo centrándose en cervezas belgas podríamos estar hablando durante mucho tiempo. Para mi gusto mis preferidas son las triples de abadía, y las saison, que cada vez me gustan más. Y dentro de la alemanas sería más difícil aún elegir... quizás las alt, o las kellerbier, o las weizenbock. No sabría. Cada cierto tiempo como se suele decir, retorno a los clásicos, y alterno cervezas más exóticas y potentes como las nórdicas y norteamericanas con las clásicas belgas, alemanas, o también las inglesas, que tampoco están nada mal. Resumiendo, comprendo tu afición por las belgas, (las cervezas quería decir,jejeje), y la comparto. Brindemos por ellas! Salud!
ResponderEliminarme alegro de que compartamos afición por las belgas! jejeje, y me parece muy sano eso de alternar cosas nuevas con tradicionales. Yo no tengo nada en contra de las cervezas americanas, de hecho me encantan, pero creo que, como dices, hay veces que las olvidamos un poco y no está de más recordarlas un poco. Muchas gracias por tu aporte. Un saludo!
ResponderEliminarMuy buen post, me ha molado mazo. Estoy de acuerdo contigo, la birra de belgica esta feten!
ResponderEliminarI feel a slight form of patriotism coming by now :-)
ResponderEliminarDoesn't happen that fast to belgians
No, great post, good arguments!
Gracias Ignasi! A ver cuando nos tomamos unas que tenemos pendientes!
ResponderEliminarGlad you like it Mathias! Thanks!